Día 13*: De Caspe a Chiprana. ¡Que no son leviatanes; que son molinos… flotantes!

No ha llegado aún la hora de que Don Quijote y Sancho ocupen un hueco en este blog con sus aventuras. Pero sí de hablar de un tipo de molinos que no podían confundirse con gigantes terrestres, sino con monstruos marinos.

Un interesante documento de 1882 que describe los ríos de la cuenca nos decubre la existencia de al menos seis “molinos flotantes”, todos ellos en el curo inferior (en Fayón, Ribarroja, tres en Mora y uno en Miravet). Son los supervivientes de la última generación de este tipo de molinos, en una época en la que habían ido desapareciendo ya de casi todos los ríos europeos.

Molino flotante en Esovenia. Desconozco el nombre del autor de la foto.

Un molino flotante es una embarcación que tiene a su costado una rueda de aceña, similar a la de las norias. Pero a diferencia de estas, su función no era la de elevar el agua, sino la de moler el grano.

En los ríos pequeños resultaba más práctico construir una pequeña presa, con su canal y antepara, que proporcionaba agua constante a un molino permanente, construido en la orilla. Este tipo de instalación, era la más habitual: en la cuenca del Ebro y sus afluentes a mediados del XIX varios miles.

Cuando el río se ensanchaba y su caudal aumentaba no era fácil construir y mantener esos azudes y canales. Cualquier riada solía llevárselos por delante, eso si no cambiaba el curso del río y el molino quedaba inutilizado lejos del cauce.

Molinos flotantes en Turquía hacia 1920. Postcard collection Ton Meesters.

La solución eran los molinos flotantes. Parece que fueron concebidos en las postrimerías del imperio romano de occidente, hacia el siglo VI. Pronto se expandieron por toda Europa y llegaron a ser bastante numerosos en los ríos más caudalosos.

No eran raros en el Ebro. Al-Idrisi un cartógrafo ceutí nos cuenta hacia el año 1161 que, entre otros sitios, los había en Tudela y Zaragoza. Los había entonces también en el Cinca, así como en otras cuencas como en el Llobregat o el Segura, en Murcia.

Diderot los describió con varias láminas en su Enciclopedia (1751). Eran una de las técnicas de molienda más perfeccionadas y productivas con los medios de la época:

  

Para quien quiera conocer más sobre ellos puede consultar esta página, muy completa y documentada.

En otra entrada de este blog nos encontramos con un molino flotante. Se trata de la aventura que tiene Don Quijote. Debía tener fijación con los molinos, ya fueran de viento como en la Mancha, o flotantes como en su paso por el Ebro. Debían ser más habituales en el tiempo de Cervantes que en el de los ilustradores que, siglos más tarde, enriquecieron las ediciones más modernas. En ninguna logran representarlos correctamente y muestran molinos fijos de orilla, aunque del texto se desprende claramente que eran naves-molino, como también se llamaban.

 

 

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